El concepto de la reencarnación y de vidas pasadas ha existido por miles de años. Se han encontrado historias y leyendas que se remontan desde los antiguos celtas, en la cultura griega, en Asia, en India, y en muchos más. En tiempos actuales, aproximadamente el 51% de la población mundial cree en la reencarnación.

La reencarnación, o el renacimiento de la energía o de la vida, ocurre a nuestro alrededor en diferentes formas todos los días. Tal vez por esto es que para algunas personas la reencarnación es algo intuitivo, algo que concuerda con la naturaleza, la Esencia, de la vida. Si observamos con detenimiento la naturaleza, los principios de la reencarnación están en todas las formas de vida: los ciclos de la naturaleza, el día y la noche, en como una planta nace, crece, suelta sus semillas, y muere. Las semillas se germinan y la vida vuelve a nacer.

También vemos que nuestras vidas y todo lo que hay a nuestro alrededor sigue un patrón específico: el cambio, crecimiento, transformación y evolución. Podemos ver que toda la vida pasa por un proceso de maduración en diferentes velocidades. Desde este punto de vista, el proceso de maduración de un alma a través de la reencarnación suena tan instintiva y correcta como cualquier otro proceso de maduración de la vida.

Como dice Katha Upanishad “El alma no nace y tampoco muere; no fue producida de nadie; no tiene nacimiento, es eterna, no puede ser matada, aunque el cuerpo si muere.”

Es importante comprender que la reencarnación de un “yo individual” sólo es posible al grado en que crees que tu sentido de “yo” –tu ego- es real. La verdad es que el “yo” es un fenómeno  siempre cambiante, transitorio. Nuestras identidades y sentido de ser siempre están cambiando, pero hay algo que siempre se mantiene igual. Hay algo en nosotros que es constante y continuo y que es consciencia pura. Es esta consciencia pura es el experimentador y el observador de la vida, y es esta consciencia pura a la que nos referimos como “nuestra” alma. Este concepto de reencarnación es muy similar a la idea Budista de que la continuidad continua, pero la individualidad desaparece.

Por otro lado, los budistas no creen en el alma, entonces ¿cómo pueden creer en la reencarnación?  Considero que la razón es que es para prevenir que nuestro ego se identifique con nuestras almas. El budismo explica que nuestra alma es solo energía, una llama siempre encendida, por lo tanto hay que evitar identificarse con nuestra vida presente o con las pasadas, y buscar identificarse con el Yo infinito.

Pero, ¿para qué reencarnar? La idea es que nuestro ser espiritual encarna en cuerpo humano para crecer en sabiduría y en experiencia, para que aprenda y madure al cometer errores y hacer acciones destructivas. Por ejemplo, en una vida pasada puede que hayamos sido muy pobres y pasamos toda nuestra vida buscando dinero, y una vez que logramos la riqueza, caímos en cuenta de lo vacío y sin sentido que fue todo el proceso. El haber tenido esa experiencia en otra vida puede prevenirnos de hacer el mismo error en nuestra vida actual, y a esto es a lo que se refieren los budistas con “La Rueda de la Vida.”

El fin del proceso de reencarnación, también conocido como Samsara, es cuando nuestra alma comienza a sentir una sensación de “querer regresar a casa.” Esta casa es nuestro hogar divino, el lugar donde sentimos que pertenecemos y donde nos sentimos completos. Y es cuando nos conectamos con nuestro verdadero yo,  en conexión con la Unidad infinita, que hemos despertado.

Este despertar solo es posible para aquellos que lo buscan y lo desean, para los que están dispuestos a confrontarse y trabajar en sí mismos. Ya que debes estar listo para pagar el precio de tu despertar.

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